Fortín San
Jerónimo |
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Durante el ataque de Sir George Clifford, Conde de Cumberland, había dos posiciones fortificadas en el área. Cumberland se refiere al Boquerón como "bastión", mientras Layfield, el cronista de esta memorable expedición, lo consideraba "un fortín pequeño". El otro punto fortificado se encontraba en el puente San Antonio. Layfield hace referencia al "fuerte" o "bastión" como "Fuerte Rojo" y "Mata Diablo". Esto sugiere una estructura construida en ladrillos rojos o una de madera pintada en ese color. El nombre "Mata Diablo" quizás surgió cuando los españoles creyeron haber matado a John Hawkins con el fuego de sus cañones durante el ataque de Drake. El ataque de Cumberland en 1598 causó daños tan severos a las fortificaciones que le fue posible a las fuerzas invasoras desembarcar sin ninguna dificultad. Cincuenta mosqueteros intentaron infructuosamente de detener la invasión. En 1608 el gobernador Gabriel Rojas reedificó el fortín y en 1609 le nombra San Jerónimo del Boquerón. No fue una casualidad, ni una simple “moda”, nombrar las fortificaciones con nombres de santos. Los españoles bendecían las estructuras de esa manera. Sin embargo, también había un mensaje de reto tras ese hecho. Resaltaba con orgullo la fortaleza del catolicismo que resistiría todo embate de las incursiones del enemigo protestante.
En 1625, durante el ataque holandés por Boudewijn Hendricksz, el
gobernador Juan de Haro consideró de suma importancia la defensa de la
punta del Boquerón, ya que temía una repetición del asalto por
Cumberland. Impartió órdenes para la transferencia de dos piezas de
artillería desde El Morro, para reforzar el "puesto" del Boquerón. Se
levantaron trincheras, donde un gran número de soldados fueron
destacados. En 1768 se le hizo el almacén de pólvora
y el cuerpo de guardia, que están al Oeste del castillejo.
Las obras se aumentaron en 1635, finalizándose en
1788, precisamente el día en que se juraba en la plaza á Carlos IV; y
tomando el fuerte el nombre de castillo de San
Jerónimo. (Pedro Tomás de Córdova)
Estos desembarcaron el día 18 de abril por Loíza,
en las cercanías de la ensenada de Cangrejos, con una fuerza de 6,000
soldados y 2,000 negros y mulatos reclutados en Martinica y Barbados. Trescientos hombres bajo el Coronel Linares enfrentaron a los invasores sobre la playa cerca de Cangrejos, pero tuvieron que retirarse hacia el fuerte de San Antonio ante la superioridad numérica del enemigo.
Para atacar a los ingleses se formaron en Río Piedras grupos de
voluntarios. No había soldados ni armamentos, el pueblo, o sea los
pescadores, los carboneros, los campesinos y los mulatos de las zonas
rurales alrededor de San Juan, se unieron para defender una nueva causa,
nuestra nacionalidad. Los nuestros, luchaban de noche, ya que no tenían
armamentos. Usaron palos, machetes y lanzas, por lo que la lucha fue una
"a lo bravo", con el corazón. Entre ellos se destacó el sargento José (Pepe) Díaz, del
pueblo de Toa Alta, considerado el primer héroe nacional puertorriqueño,
que murió en el combate final.
Antes de ese suceso se era de una raza o de otra, pero en la batalla
contra los ingleses vecinos de Piñones, Loíza y gente de Cangrejos y
otros de Toa Baja y gente de casi cualquier lado, liderados por Pepe
Díaz, vinieron a luchar por nuestro territorio. Entre tanto, cuando el Gobernador Castro rehusó una demanda de rendición, los barcos ingleses establecieron el bloqueo del puerto de San Juan. El número de navíos en la flota de Harvey varía de acuerdo a la fuente utilizada. Salvador Brau alega que la flota estaba compuesta por "sesenta velas"). Julio L. de Vizcarrondo, en una nota del editor al libro de Ledrú, pone el número en "72 barcos" . Por otra parte, Hoyt alega que había "sesenta barcos en total" . Finalmente, el doctor Zapatero, un estudioso de las acciones bélicas en el Caribe, asevera que la flota de Harvey consistía de "68 buques" . A pesar de la variación en cuanto a número de navíos, no podemos negar que la escuadra de Harvey era imponente y debió haber hecho pensar mucho a los defensores de la Isla. (Coronel Héctor Andrés Negroni-Historia Militar de Puerto Rico) Con el fin de poder ganar acceso a la ciudad el enemigo tendría que destruir los fuertes de San Jerónimo y San Antonio que le cortaban el paso. Para deshacerse de estos obstáculos los británicos construyeron trincheras y establecieron baterías en los cerros del Condado y del Olimpo, tratando de dominar así los dos fuertes. En la defensa de los castillejos y de la plaza ayudaron grandemente las fuerzas de marina al mando del capitán del puerto, Juan Hurtado. Con el fuego de las baterías, ayudados por dos gánguiles y un pontón con morteros colocados debajo del puente de San Antonio, se obstaculizaron las operaciones de los sitiadores.
"El enemigo incomodaba también bastante el fuerte de
S. Gerònimo con los fuegos de la batería del Rodeo, que dirigía tanto á
él como al puente. El comandante D. Teodomiro del Toro esforzaba los
trabajos para reparar con sacos y barriles de arena el descubierto que
experimentaba en su castillo por la parte que miraba á la citada batería
enemiga; y para precaver los daños de las bombas y granadas que caían en
él con frecuencia, hizo llenar de arena las azoteas que correspondían al
cuerpo de guardia y demás cuartos inferiores. Era incesante el trabajo
que ofrecían aquellos castillos á sus comandantes para remediar las
ruinas á que el fuego enemigo los tenia reducidos".
(Pedro Tomás de Córdoba/1830)
El Consul francés, M. Agustín París, ofreció al gobernador sus servicios y los de doscientos compatriotas suyos. De Castro también aceptó los servicios de dos corsarios franceses que se hallaban en puerto, "Le Triomphant" y "L'Espiégle" . De los franceses, solamente pelearon cincuenta en el castillo de San Jerónimo, a las órdenes de M. Barón y sesenta que maniobraban en el campo volante, teniendo por jefe al mismo cónsul de su nación. Entre los ciudadanos de la primera República Francesa que ayudaron eficazmente en la defensa de Puerto Rico se debe menciónar a M. Daubón, capitán del corsario "L'Espiégle"; Lobeau, dueño del corsario "Le Triomphant"; Bernard, artillero de San Jerónimo; Hirigoyan, Chateau, Roussell, Larrac, Mallet; y los médicos y practicantes a las órdenes del cirujano mayor del ejército de defensa, el doctor Francisco Oller y Ferrer, que se ocuparon en la sanidad militar. Algunos de estos franceses prefirieron establecerse aquí y constituir familia; y sus descendientes viven en la actualidad en el país. (Paul G. Miller) Como dato para la Historia debemos consignar que los peñascos que actualmente se encuentran entre San Jerónimo y el Condado fueron lanzados allí por una tremenda explosión de más de 100 hornillos de minas, voladas en 1797 por los ingenieros militares de San Juan con el objeto de impedir la entrada por aquel sitio de las naves enemigas cuyo ataque se temía. La ciudad de San Juan estuvo bajo el fuego de las armas inglesas hasta el 30 de abril. El 2 de mayo de 1797 la flota inglesa abandonó el bloqueo de San Juan y levó anclas. Sin embargo, luego del ataque el Fortín San Jerónimo quedó en ruinas. Adolfo de Hostos reseña su reconstrucción en 1799. En un reporte de Tomás Sedeño fechado 31 de diciembre de 1801 se indican las obras de demolición y reconstrucción del reducto.
Se emplazaron cinco cañones en la batería de San Ramón que batían el mar entre el puente y San Jerónimo, donde el año 1898 se construyó el cuartel defensivo de igual nombre, con cinco piezas de bronce retrocarga de 12 centímetros que se salvaron del
navío Antonio López; al fuerte de San Jerónimo se le aumentaron dos troneras hacia el mar y dos contra el puente; se hizo otra batería de tres piezas entre San Jerónimo y el Escambrón y se construyó este baluarte, próximo al cual se ejecutaron obras para moderna artillería y quedaron emplazados tres obuses
Ordóñez de 24 centímetros poco antes de cesar en esta isla el gobierno de S. M. C. Estos fuertes, baluartes y baterías estaban unidos
por un camino cubierto y con fosos inundados.
(Ángel Rivero Méndez) En agosto de 1899 el huracán San Ciriaco destruyó el edificio que albergaba los cuarteles para los oficiales. Otra edificación posterior en el mismo lugar, construida por las tropas norteamericanas a comienzos del siglo 20 fue desmantelada en 1949. El fortín, tras la Guerra Hispanoamericana, pasó a manos estadounidenses, que instaló allí una estación de radio. A través de un sospechoso acuerdo que llegó a ser avalado por el Tribunal Supremo de Estados Unidos, el oficial de la Marina que comandaba la estación de radio de la capital, Virgil Baker, recibió en julio 15 de 1921, un contrato de arrendamiento, al precio nominal de $1.00, por 999 años del fortín y 12 acres en una franja de terreno conocida como la San Gerónimo Naval Reservation, donde eventualmente se construyó el Hotel Caribe Hilton. Un pequeño puerto para botes fue construido luego del 1921. Sobre la antigua estructura el oficial construyó su casa y en 1947 vendió los solares a la Administración de Fomento por $400,000. Se negó a entrar en un acuerdo para la batería militar, aunque ésta finalmente fue traspasada al ICP a principios del 2000 luego de décadas de uso por parte del hotel como un centro para realizar actividades. Al día de hoy, el hotel presenta al fortín en sus folletos publicitarios como uno de sus principales atractivos.(Francisco Rodríguez Burns) Según el antropólogo y director ejecutivo fundacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña (1955-1973) Ricardo Alegría y creador del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en
1977, es en 1946 que el gobierno de Puerto Rico adquiere el Castillo con sus terrenos adyacentes del Ejército de los Estados Unidos, quienes se los habían apropiado al igual que los demás castillos del Viejo San Juan, durante la Guerra Hispanoamericana de 1898.
El 18 de noviembre de 1949, se emitió una resolución en el caso Puerto Rico v. Baker, Caso Núm. 307 (Tribunal de Expropiaciones de San Juan 1949), sobre
expropiación forzosa, cuyo propósito era la restauración, reconstrucción, conservación y mantenimiento del monumento histórico que era el Fortín. Como resultado de la expropiación, se segregaron de la Finca 196, Folio 45 del Tomo 9 de Puerta Tierra, los terrenos del Fortín, y se inscribió el dominio de éstos a favor del Pueblo de Puerto Rico como Finca 389 al Folio 127 del Tomo 19
de Puerta de Tierra, con un área total de 10,309.55 metros cuadrados, de los cuales 3,360.448 metros cuadrados eran tierra firme y 6,949.102 metros cuadrados eran tierras sumergidas. Alegría pensó que el fuerte sería el lugar perfecto para establecer un museo de la historia militar y naval de la Isla y puso manos a la obra. Los trabajos comenzaron enseguida y el museo abrió sus puertas en 1963 con varias salas en las que se exhibían uniformes militares de distintas épocas, armas de todo tipo y mapas de la Isla. También se exhibieron documentos que aludían a los cinco grandes momentos de la historia militar de Puerto Rico: la guerra entre los conquistadores y los indios en 1511; los ataques de Drake y Cumberland a San Juan (1595 y 1598); el ataque holandés (1625); el ataque inglés del 1797 y la Guerra Hispanoamericana (1898). Había asimismo una sala de cartografía y de historia de la ciudad y modelos a escala de barcos españoles: carabelas, galeones y fragatas de guerra. Se reprodujeron la capilla y una cocina.En la restauración del fuerte para el ICP, intervinieron los arquitectos Eladio López Tirado y Franz Loesche y, en la instalación de los objetos, los artistas Luis Hernández Cruz y Carlos Marichal. La selección de objetos y el plan de exposiciones fue obra de don Ricardo. Dos militares, el capitán Manuel Zapatero y el coronel Manuel Ballesteros, fueron sus asesores.(Carmen Dolores Hernández).Estos trabajos fueron muy elogiados, así como su restauración, por personas e instituciones especializadas; así como por el National Historic Preservation Office de Washington, D.C., la principal institución americana a cargo de la restauración de monumentos históricos.(Ricardo Alegría) Ese museo fue desmantelado por administraciones sucesivas del ICP. El cierre del Museo, a finales de la década del 1980, significó un acceso restringido y parcial y olvido por el público. En búsqueda de un mejor y más sostenible manejo, el Instituto firmó acuerdos con el Hotel Caribe Hilton, que ofrecería unas ciertas garantías de seguridad y mantenimiento regular al Fuerte. Por su parte, el Instituto debería de mantener la instalación museográfica y responsabilizarse por el mantenimiento de mayor envergadura. Durante la vigencia de estos acuerdos, el Fuerte sirvió para recepciones y fiestas, quedando así para usos privados y nocturnos.
El Fuerte San Jerónimo del Boquerón es uno de los recursos culturales
más importantes del corredor histórico marítimo del Canal de San
Antonio, de la isleta de San Juan y de la isla de Puerto Rico. Este
recurso es evidencia de los últimos cuatro siglos de actividad humana en
el lugar. Así, el Fuerte de San Jerónimo del Boquerón ha sido reconocido
como propiedad de valor histórico-arquitectónico por el Gobierno Federal
al ser incluido en el "National Register of Historie Places" en
Washington D.C. - primero individualmente, el 11 de octubre de 1983, y
luego como parte del conjunto de la Línea Avanzada de San Juan.
Actualmente, el Fuerte espera por una decisión a su nominación para
designarlo - en conjunto con las otras propiedades de la Línea de
Avanzada - como un Hito Histórico Nacional ("Nalional Historie Landmark")
de los Estados Unidos. Su valor histórico es,
además, comparable al Fuerte El Álamo en San Antonio, Texas. Sin
embargo, en el caso del fortín las batallas fueron ganadas por los
defensores.
Bibliografía San Jeronimo
Johnny Torres Rivera |
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